El aceite de coco es algo así como un ninja de la comida saludable, ya que inherentemente contiene dos cualidades para combatir el cáncer. Debido a las cetonas producidas durante la digestión de los cocos, las células tumorales dependientes de glucosa son privadas de alimento ya que no pueden acceder a la energía en las cetonas y se cree que una dieta cetogénica podría contribuir significativamente a la recuperación de pacientes con cáncer. Además, dado que los MCFA contenidos en los cocos digieren las paredes lipídicas de las bacterias, también pueden matar a la bacteria Helicobacter pylori, que se ha conocido como un factor que aumenta el riesgo de cáncer de estómago. Se ha descubierto que la introducción del aceite de coco previene el desarrollo del cáncer, incluso en estudios donde el cáncer fue químicamente inducido.
Los AGCM contenidos en el aceite de coco no requieren la descomposición de las enzimas pancreáticas, por lo que se descubrió que la ingestión de aceite de coco alivia la tensión sobre el páncreas. Además, esta súper grasa es tan fácil de digerir que se sabe que mejora los síntomas de la enfermedad de la vesícula biliar.
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